viernes, 24 de abril de 2020

REFLEXIONES EN UNA NOCHE DE INSOMNIO


Insomnio  y trastornos del sueño, son algunas de las afecciones que estamos sufriendo muchas personas en estos días de confinamiento. Para algunos de nosotros, son viejos conocidos como otras cuestiones, pero para la mayoría, es una situación totalmente novedosa.

Así que hoy, voy a aprovechar uno de estos momentos para poner por escrito algunas de las reflexiones que me vienen a la cabeza en los últimos días. 

Se está hablando mucho de la salida de los niños a la calle, algo que se va a realizar, teniendo en cuenta unas instrucciones, a partir del próximo domingo.

Se ha alegado para ello que los niños están viviendo una situación de confinamiento que les está produciendo también trastornos del sueño, regresiones, cambios de humor, problemas emocionales, necesidad de vitamina D, etc.

Independientemente de mi opinión sobre si los niños deberían de salir o no a la calle, lo que creo es que a lo mejor también deberíamos de recapacitar entre todos qué está pasando en las cabezas de esos niños, qué problemas psicológicos pueden estar gestándose y sobre todo qué está produciendo en ellos el intentar seguir el ritmo escolar en casa.

Es verdad que la salud física es muy importante, pero tanto o más lo es la salud psicológica. 

Actualmente, todos sabemos la relación que tienen el movimiento y el aprendizaje y desde luego en una situación de confinamiento, no creo que se den las mejores condiciones para que se produzca ninguno de ellos.

Por otro lado, tenemos unas indicaciones que no quedan nada claras y que van cambiando conforme van pasando los días. En un momento dado, se consideró que el adelantar materia además de acentuar la brecha social, no era conveniente para el estado emocional en el que se podían encontrar los niños, a los días se pensó que a lo mejor sí que se podía adelantar materia, como he dicho antes las instrucciones que se nos dan van variando.

Hoy en concreto se ha publicado una orden que establece las directrices del tercer trimestre, pero en la que se han olvidado de la educación infantil y de la educación especial, algo que tampoco nos pilla de sorpresa porque solemos ser las grandes olvidadas.

Se habla de una posible vuelta a las aulas unos días de junio para que los niños puedan despedirse de sus compañeros y maestros. 

Se habla de una disminución de ratio en las aulas que bienvenida sea, ya que llevamos reivindicandola muchos años pero que conlleva un gasto económico al que creo que no se va a poder hacer frente. 

También se habla del distanciamiento social que tendremos que llevar a cabo en esas aulas que tenemos con una superficie tan pequeña que ya no nos caben los alumnos y que habrá que hacer turnos para poder atenderlos como en las fábricas.

Y por supuesto se habla de abrir los colegios en julio, otra idea que conlleva un gasto económico y que no creo que las mentes de los niños estén como para asumir en ese momento clases de refuerzo. 

Pero de lo que no se habla, es de las clases de infantil, esas en las que yo me desenvuelvo día a día, en las que nos comemos los mocos, vamos al baño juntos para mirar o jugar, nos tocamos y nos abrazamos, experimentamos, nos olemos, nos sentimos, manipulamos y  compartimos todo tipo de material.

Y lo peor de todo es que como siempre, la normativa lleva a múltiples interpretaciones, porque siempre deja lagunas o es ambigua en su redacción, así que acabaremos cada comunidad autónoma haciendo una cosa diferente, cada provincia haciendo una cosa diferente, cada colegio haciendo una cosa diferente y cada maestro haciendo una cosa diferente. Y así seguiremos creando desigualdades.

Y sí, ya sé que vais a decir que tengo una actitud pesimista ante la circunstancia, pero es que en los últimos años nos hemos visto recortados, amenazados' perseguidos y en una situación ahora que es dura para toda la sociedad, parece que tenemos que seguir justificando nuestro trabajo, pero lo peor de todo es que seguimos sin tener en cuenta a los niños que son los verdaderos protagonistas de todo este proceso.

Sinceramente no creo que hubiese sucedido nada por finalizar el curso escolar en el momento en el que nos habíamos quedado y preparar unos buenos planes de acogida y de adaptación para comenzar el curso que viene.


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