domingo, 27 de septiembre de 2020

HACIENDO BALANCE DEL COMIENZO DE CURSO

 

      Ahora que ya estamos llegando al final de este mes del comienzo del curso, voy a contar mi experiencia personal de las primeras semanas de trabajo, es decir, el balance que yo hago de lo trabajado hasta el momento y si sé que muchos diréis que realmente no nos podemos quejar, que tenemos un trabajo privilegiado, que hay gente que está peor y soy muy consciente, pero eso no quiere decir que yo no pueda contar lo que estoy viviendo en el colegio. 

     Cómo muchos sabéis yo soy personal de riesgo, soy personal vulnerable según riesgos laborales de la DGA, pero tampoco sé muy bien para qué sirve ese papelito que me dieron con este maravilloso título, lo único que sé, es que por eso voy a trabajar por recomendación médica, con dos mascarillas una fpp2 y encima una quirúrgica para mantenerme más protegida y que, por supuesto, las pago de mi bolsillo, porque la DGA me ha dado una mascarilla higiénica lavable útil para 25 lavados que no protege realmente y mucho menos a los maestros de infantil que estamos trabajando con niños que no llevan mascarilla. 
 
     También nos mandaron una pantalla a los maestros de infantil la cual se rompe enseguida, pero además de eso, se empaña, con lo cual no la podemos llevar puesta porque si no no vemos nada de lo que sucede a nuestro alrededor. Estamos 5 horas de trabajo sin parar de hablar lo que está haciendo que al llevar las mascarillas estemos teniendo problemas de garganta, sequedad de boca y otras afecciones que normalmente solíamos tener los finales de trimestre cuando ya nuestro cuerpo estaba agotado. 
     Estar todo el día con la mascarilla puesta hace que no respiremos cómodamente ni cómo lo hacíamos antes, así que estamos bastante más agotados, además tenemos que alzar la voz porque los niños no nos escuchan bien y no se entiende bien con la mascarilla, por no hablar de esa pérdida de expresión facial que tenemos. 

     Para el alumnado en concreto de mi colegio, es necesaria una estimulación al lenguaje y un trabajo con el idioma, pero tampoco se puede hacer a través de una mascarilla que me tapa la boca. 

      Quiero hacer aquí un inciso para hablar de las mascarillas trasparentes. Hay diversas en el mercado, pero se empeñan y lo peor es que no están homologadas. Para los maestros de educación infantil, los especialistas de pedagogía terapéutica y de audición y lenguaje nos irían genial, pero además es que estamos aislando en la sociedad en general a toda esa comunidad sorda que tiene que leer los labios para poder comunicarse. 

      Pero vuelvo a mi caso en concreto. Todo me requiere un esfuerzo mayor, por lo que llego a casa totalmente agotada todos los días, con la necesidad de tomarme extras de medicación y los consiguientes trastornos del sueño que ello conlleva y qué decir de los problemas dermatológicos que estoy sufriendo al llevar la doble mascarilla. 

      Vuelvo al día a día del cole. Este curso soy la maestra de apoyo, así que de momento estoy en el aula de 3 años. Algunos de los peques ya sabemos que por las mañanas les cuesta entrar al aula, así que adiós distanciamiento social y niños que cogemos aúpa. Y calmarlos si no entienden el idioma y cuando no ven un gesto facial en nuestra cara, es muy complicado. Siguen llorando y nos toca limpiarles las lágrimas y los mocos, adiós a evitar contacto físico como se nos indica en las instrucciones y alguno incluso se hace pipí y nos toca limpiarlo, qué decir, además de medir la temperatura a algunos varios momentos al día pues en ocasiones han dado fiebre de más de 37,3. En un par de ocasiones hemos llegado a enviar peques a casa con unas décimas más de esas, pero los pediatras no han considerado hacerles PCR ya que no tenían otros síntomas según ellos, porque para mí mearse 4 veces y hacerse caca una vez desde luego es síntoma de algo, además de haber convivido con 3 positivos en casa, pero claro, yo no soy médico, solo soy maestrilla.