domingo, 2 de septiembre de 2018

¿¿¿Y QUIÉN PAGA LA DESCOORDINACIÓN EXISTENTE???


      El otro día, esperando en la consulta del fisioterapeuta, me sucedió algo curioso, o no, pues es algo a lo que nos hemos acostumbrado por desgracia.
     En el mismo centro médico hay diferentes especialistas y uno de ellos es una logopeda.
     En la sala estábamos esperando una madre y una abuela que entretenían a un niño en carrito con un móvil y yo.
     Al poco de estar allí,se abrió la puerta de la logopeda y salió un niño inquieto, que enseguida se fue donde estaba su hermano, le apartó el móvil y se puso a jugar con él haciéndole cosquillas, una imagen que me pareció preciosa y en la que ambos chiquitines estaban disfrutando.
     Mientras tanto la logopeda comenzó a hablar con la madre del niño sobre los progresos del mismo.
     Supe que estaba diagnosticado TDAH y que en casa no podían con él según contaba la madre y la abuela iba apostillando y diciendo cosas peores del pequeño que además en un momento se acercó y estaba escuchando como 3 adultos daban descripciones de él todas negativas.
     Por un lado la madre contando sus problemas comportamentales en casa, la abuela aportando actitudes aún peores y además desacreditando a la madre, y la logopeda que al principio había dicho que lo veía mejor, se unió y comenzó a criticar también, pero esta vez echando las culpas de todo al colegio.
     Ya tardábamos en salir en el tema.
      Criticando cómo se actuaba en los colegios, que no había especialistas, que a los niños con dificultades se les dejaba de lado, que no había expertos en los centros, que se había metido a 2 niños con problemas en cada aula como excusa para repartirlos, pero que no había funcionado, y por supuesto todo lo peor era en la escuela pública, suerte que él era alumno de la concertada,... casi salto, me costó mucho permanecer allí callada, pero pensé que no merecían mi explicación, no merecían que gastase energías en ello, creo que las aprovecharán más mis alumnos de Épila desde mañana.
     Pero la cuestión que me volvió a la cabeza es la cantidad de niños con dificultades que atendemos en el colegio, pero que también asisten a otros centros y la poca coordinación que suele existir entre todos ellos, y al final ¿quién paga los platos rotos? pues los pobres pequeños a los que en teoría deberíamos estar ayudando.
     Mi experiencia personal en este tema es que aunque se intente esta coordinación, no suele funcionar ni siquiera con atención temprana que parece que la tenemos más cercana desde los centros.
    Creo que deberíamos remar en la misma dirección y que a este tema debería dársele más importancia.



No hay comentarios:

Publicar un comentario