domingo, 17 de marzo de 2024

LA VIDA DEL INTERINO



     Todos aquellos que me conocéis personal y laboralmente sabéis que yo soy una "eterna interina". 

     Comencé a trabajar en el año 2000 en un pueblo de Teruel (Torrijo del Campo), sin un aula, sin materiales, sin coche, al principio sin un lugar en el que vivir, lejos de casa, pero me adapté porque en el fondo estaba contenta, había comenzado a trabajar en lo que me gustaba y además era una plaza para todo el curso. 
Podría tener mi propio dinero, no depender de nadie, haría puntos para las oposiciones y aprendería un montón.

     Después vinieron otros destinos como interina más o menos lejos. El más lejano Nonaspe, y el más cercano el actual CPI Río Sena debajo de mi casa de entonces. 

     Tuve la "suerte" o como dice alguien a quien quiero "te la buscaste priorizando tu trabajo a otras cosas", de que siempre opté a plazas de curso completo, excepto un curso que hice dos sustituciones y otro curso que trabajé a media jornada. 

     Quería trabajar y me daba igual dónde y no me arrepiento.  

     Al final en 2016 me saqué la plaza, pero esa historia daría para otro post, y durante mucho tiempo seguí sintiéndome interina, de hecho desde que aprobé no he permanecido más de dos cursos en el mismo centro, así soy yo. Y a día de hoy, sigo luchando por los compañeros que son interinos y con los que me siento muy identificada. 

     Pero últimamente debido a cuestiones que no tienen mayor importancia, estoy en contacto con muchas personas interinas y sinceramente no entiendo muy bien a estas nuevas generaciones de maestros que solamente quieren trabajar cerca de su casa o que no entienden que la vida del maestro interino es dura. 
Toca viajar, tener aulas multinivel, conocer la escuela rural, estar en centros de especial dificultad, hacer ruedas de coche, conocer gente maravillosa o no tanto, en definitiva, toca adaptarse si quieres trabajar en educación. 

     Y eso que tenemos la suerte de que Aragón no es una comunidad muy extensa, imaginad por un momento a los docentes de Andalucía, la extensión de su comunidad es muchísimo más que la nuestra y allí todo es más complicado.

     Hay que recorrer mucho y es verdad que es complicado porque tienes que dejar a tu pareja y a veces a tus hijos o llevártelos contigo, o a unos padres enfermos, pero a veces hay que arriesgarse. 

     Veo como muchos de ellos se están perdiendo el disfrutar, porque sí también disfrutamos con nuestro trabajo. 

     Llevamos tiempo que desde los sindicatos se solicita que las plazas sean voluntarias, pero sinceramente con lo que estoy viendo últimamente, no sé qué pasaría si eso fuese así ya que tal y como ahora mismo la gente está decayendo de listas como Huesca y Teruel, llegará un momento en que todos esos pueblecitos de Teruel no tendrán maestros y seremos nosotros mismos los que estemos ayudando a morir a la escuela pública.                 

(La foto es de aquellos años verdes en los que salíamos a las calles).

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