jueves, 20 de febrero de 2020

CARNAVAL


     Hoy he comenzado el día publicando esta foto en mis redes sociales.

  Es de mi primer carnaval escolar, allá por el curso 2000/2001 en el CRA Goya y en concreto en Torrijo del Campo, mi primer destino como maestra.

     Además de ser un recuerdo muy entrañable, realmente me viene a la memoria porque fue un carnaval diferente a lo que he vivido después en otros cursos.

     Aquel carnaval consistía en que los alumnos viniesen disfrazados de su casa cada uno como quisiera, incluso trajeron una diadema de indio casera para mí y lo que hicimos después fue una fiesta en el colegio con todos los alumnos y docentes, con música y comida, en la que todos disfrutamos de una forma relajada.

     Cursos posteriores he vivido carnavales de muchos colegios y diferentes todos ellos, pero en los últimos años lo que tienen todos en común es el estrés. Voy a explicar el por qué de el estrés. Es mi perspectiva que puede que muchos no compartáis, pero es mi visión.

     Hay que elegir un tema para todo el colegio y que en la mayoría de las ocasiones no tiene nada que ver con la temática que se está trabajando en las aulas, está fuera de contexto y no encontramos una relación con nada, hay que preparar unos disfraces que suponen un gasto económico por pequeño que sea, energético ya que supone horas de trabajo de las familias que nos echan una mano o de los niños que tienen que realizar trabajos que no les motivan y medioambiental importante (bolsas de plástico, goma EVA, rotuladores, pinturas,...), hay que aprenderse un baile o similar para realizar delante de las familias o del resto del alumnado del centro que nos supone horas de ensayo tengamos ganas o no, hay que organizar todo un evento, reunirse y más con la falta de tiempo que tenemos en los centros para realizar otras labores, en mi opinión más necesarias.

     No sé cuándo comenzó ni  por qué esa necesidad de los colegios por venderse a la sociedad y a las familias, de realizar graduaciones, festivales u otros actos de cara a la galería y que suponen un gran desgaste y lo más importante que a los niños les suponen tanto: niños a los que les cuesta salir en público,que no les gusta disfrazarse o pintarse, que les cuesta bailar o coordinar, comparaciones entre actuaciones, qué curso ha bailado más o ha ensayado menos,...

     Y todo para que al final, las familias disfruten de 3 minutos en los que además lo que se hace es grabar, echar fotos,... y no disfrutar de las actuaciones de los pequeños siendo que desde los colegios (por lo menos en la mayoría de ellos) el colegio graba las actuaciones y después se comparten.

     Grabaciones además en la que no nos damos cuenta, pero en la mayoría de los casos, se vulnera la ley de protección del menor, pues no solo sale nuestro niño, sino otros que están alrededor y esas imágenes acaban colgadas en muchas redes sociales. 

     La escuela debe abrirse a la comunidad, sí, pero no de esta manera, invitemos a las familias y otras personas a nuestras clases, que vean nuestro trabajo, que compartan experiencias con los niños, que los vean en su medio, que puedan compartir unos de los otros, que se trabaje en colaboración durante todo un curso y que no nos limitemos a 3 minutos cada cierto tiempo.             




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